DESDE MI POSTIGO
Boletín sobre economía, política y social
C.P. Víctor M. Castillo Vargas
08/07/2008
Bueno, pues nos encontramos en Barcelona, España; y llegamos precisamente cuando empezaban los preparativos para celebrar el Congreso político del Partido Popular con la importancia de renovar o rechazar la presidencia del líder actual Mariano Rajoy, empeñado en buscar la presidencia del gobierno Español dentro de cuatro años. Al terminar José María Aznar, el señor Rajoy compitió por primera vez y la perdió contra Rodríguez Zapatero quien le ganó por los errores del presidente en turno al achacarle lo del M-11 a los etarras, apoyar la guerra en IRAQ, y mostrarse como amigo incondicional de Jorge W. Bush; pero cuatro años después le volvió a ganar pero ya por las debilidades políticas del propio Rajoy. Pero créanlo o no, a pesar de las inconformidades de buena parte de las primeras figuras del PP, se impuso como candidato único, y conservó la presidencia del partido, arrastrando la promesa de no cambiar nada, ofreciendo a cambio, hacer lo mismo pero mejor. Hacer lo mismo porque él está convencido que lo que hizo era lo correcto, aceptando, sin embargo algunas fallas, pero sin decir cuáles. La mayoría lo apoyó y gano su reelección. Son cosas inexplicables de cómo se logra convencer y aglutinar voluntades.
Miren ustedes, esto viene a cuento porque una vez más se demuestra cómo se ha pervertido un elemento tan importante de la democracia, como darle a partidos políticos la facultad de ser los únicos que puedan postular candidatos a puestos de representación popular en posiciones vitales de Estado; y digo de Estado porque abarca tanto el poder legislativo como el Ejecutivo, o de un Reino apoyado por un parlamentarismo, como es el caso español. ¿Por qué? Porque se forman mentalidades de corte dictatorial tanto para conservación de dichos partidos como de líderes que se sienten indispensables a pesar de sus limitaciones para dar al Estado lo que necesita en el orden social, económico, y político. Siendo lo peor, que logren sus propósitos con base en la retórica construida para engañar a ciudadanos sin méritos propios; que los hay y muchos con credencial de afiliación.
Para ser socialista poco se requiere, basta con no modificar nada y dar algo que satisfaga a los más necesitados. Estrategia mundial donde hay pinceladas de socialismo, que no debe confundirse con algo como Cuba y Venezuela, por ejemplo.
Y esto no tiene nada de reprochable; el impacto y dimensiones del capitalismo a ultranza, es insoslayable y mucho menos combatible. Lo sensato en buscar la convivencia pacífica, y ya está. Lo reprochable se ubica en la intención de usar las ventajas de un socialismo o de un capitalismo, según corresponda, ocultando la verdad de los resultados. Esto, claro, en vez de compartir responsabilidades entre unos y otros sean del bando que fueren, pero escogiendo a los mejores. Cosa imposible de lograr, hasta que, cada ocho años, como en el caso español o estadounidense, se logre una rotación completa. En México, estamos peor porque aunque en los dos primeros años se noten las insuficiencias de un gobierno o legisladores electos, hay que soportar a estos últimos por tiempo indefinido (a los más vivaces), y al primero, hasta concluir su mandato durante seis largos años.
Trataré de explicar este aparente galimatías. En España, como en México, toda proporción guardada a favor de los españoles, se sufren los efectos mundiales de las incongruencias económicas y políticas, porque quienes están en el poder, jamás aceptarán estar fuera de la realidad en el combate de los respectivos problemas de este tipo, porque están labrando su propio futuro político, no el de los ciudadanos que sólo ven pasar la pelota de un bando a otro, sin resolverse nada.
El problemas del petróleo es una realidad inobjetable que provocan los consumidores, pero los gobiernos de la comunidad mundial nada hace para regular este disparate económico basado en las leyes del mercado. Los productores no extraen más, porque así les conviene, y los consumidores no se preocupan por limitar sus consumos en determinados aspectos como el uso de energía en electricidad y para uso automovilístico. Cierto, para efectos de la industria petroquímica la disminución de productos crearía un problema al consumismo que hemos desarrollado en plásticos y alimentos, por ejemplo; pero con una buena campaña informativa podría lograrse dos efectos: uno, reducir sistemáticamente el gasto compulsivo; es decir, no gastar por gastar, sino racionalizar nuestras compras, obligando así a racionalizar también la producción industrial, y dos, buscar compensaciones a los productores de petróleo para no crear el alza injustificable de los precios en cadena. Cierto, no debemos acabarnos el petróleo antes de encontrar los sustitutos necesarios; pero cierto también que nadie sabe a ciencia cierta para cuántos años hay petróleo en las profundidades de mar y tierra, y así lograr un programa de producción de acuerdo a un consumo racional y regulado a nivel mundial. Recordemos que todo exceso es malo, y la súper libertad que se le concede a los países productores, es lo que están creando y fortaleciendo el caos económico en el que nos encontramos.
Y claro, si además le añadimos a esto, los problemas artificiales que se forman por aumento de tasas de interés a las hipotecas, pues los deudores dejan de pagar, y los compradores se reducen ocasionando la parálisis de la construcción y el desplome de los precios. Todo, créase o no por efectos de políticas económicas pervertidas por exceso del súper liberalismo económico.
Bien, pues algo así, es lo que requiere el ejercicio de la política para corregir el rumbo que ha tomado por dividirse en supuestas ideologías que lejos de ser antagónicas son complementarias. Socialismo, con exceso, se convierte en comunismo peligroso; y capitalismo con libertad cargada hacia la conservación de capitales en unas cuantas manos, sin control del Estado, que es lo que estamos padeciendo. Entonces, ¿hasta cuándo entenderán esto quienes se rasgan las vestiduras para no darle al mundo una lógica económica que se aleje de intereses personales o de grupos? Hasta que anticipemos el fin del mundo, para crear otro diferente que no ponga en juego la capacidad de decidir entre el bien y el mal; como se le ocurrió al hacedor de todo incluyendo la maldad, sin que nadie sepa quién le indujo ha pensar en semejante división entre el bien y el mal, al principio de la creación.
En fin, el caso es que en todas partes se cuecen habas, sólo que en México hemos esperado mucho tiempo para ponerle fin a la política perversa que practican nuestros políticos por ser esclavos de sus partidos que sólo buscan el poder sin preocuparse siquiera por los intereses nacionales.
FIN
Boletín sobre economía, política y social
C.P. Víctor M. Castillo Vargas
08/07/2008
Bueno, pues nos encontramos en Barcelona, España; y llegamos precisamente cuando empezaban los preparativos para celebrar el Congreso político del Partido Popular con la importancia de renovar o rechazar la presidencia del líder actual Mariano Rajoy, empeñado en buscar la presidencia del gobierno Español dentro de cuatro años. Al terminar José María Aznar, el señor Rajoy compitió por primera vez y la perdió contra Rodríguez Zapatero quien le ganó por los errores del presidente en turno al achacarle lo del M-11 a los etarras, apoyar la guerra en IRAQ, y mostrarse como amigo incondicional de Jorge W. Bush; pero cuatro años después le volvió a ganar pero ya por las debilidades políticas del propio Rajoy. Pero créanlo o no, a pesar de las inconformidades de buena parte de las primeras figuras del PP, se impuso como candidato único, y conservó la presidencia del partido, arrastrando la promesa de no cambiar nada, ofreciendo a cambio, hacer lo mismo pero mejor. Hacer lo mismo porque él está convencido que lo que hizo era lo correcto, aceptando, sin embargo algunas fallas, pero sin decir cuáles. La mayoría lo apoyó y gano su reelección. Son cosas inexplicables de cómo se logra convencer y aglutinar voluntades.
Miren ustedes, esto viene a cuento porque una vez más se demuestra cómo se ha pervertido un elemento tan importante de la democracia, como darle a partidos políticos la facultad de ser los únicos que puedan postular candidatos a puestos de representación popular en posiciones vitales de Estado; y digo de Estado porque abarca tanto el poder legislativo como el Ejecutivo, o de un Reino apoyado por un parlamentarismo, como es el caso español. ¿Por qué? Porque se forman mentalidades de corte dictatorial tanto para conservación de dichos partidos como de líderes que se sienten indispensables a pesar de sus limitaciones para dar al Estado lo que necesita en el orden social, económico, y político. Siendo lo peor, que logren sus propósitos con base en la retórica construida para engañar a ciudadanos sin méritos propios; que los hay y muchos con credencial de afiliación.
Para ser socialista poco se requiere, basta con no modificar nada y dar algo que satisfaga a los más necesitados. Estrategia mundial donde hay pinceladas de socialismo, que no debe confundirse con algo como Cuba y Venezuela, por ejemplo.
Y esto no tiene nada de reprochable; el impacto y dimensiones del capitalismo a ultranza, es insoslayable y mucho menos combatible. Lo sensato en buscar la convivencia pacífica, y ya está. Lo reprochable se ubica en la intención de usar las ventajas de un socialismo o de un capitalismo, según corresponda, ocultando la verdad de los resultados. Esto, claro, en vez de compartir responsabilidades entre unos y otros sean del bando que fueren, pero escogiendo a los mejores. Cosa imposible de lograr, hasta que, cada ocho años, como en el caso español o estadounidense, se logre una rotación completa. En México, estamos peor porque aunque en los dos primeros años se noten las insuficiencias de un gobierno o legisladores electos, hay que soportar a estos últimos por tiempo indefinido (a los más vivaces), y al primero, hasta concluir su mandato durante seis largos años.
Trataré de explicar este aparente galimatías. En España, como en México, toda proporción guardada a favor de los españoles, se sufren los efectos mundiales de las incongruencias económicas y políticas, porque quienes están en el poder, jamás aceptarán estar fuera de la realidad en el combate de los respectivos problemas de este tipo, porque están labrando su propio futuro político, no el de los ciudadanos que sólo ven pasar la pelota de un bando a otro, sin resolverse nada.
El problemas del petróleo es una realidad inobjetable que provocan los consumidores, pero los gobiernos de la comunidad mundial nada hace para regular este disparate económico basado en las leyes del mercado. Los productores no extraen más, porque así les conviene, y los consumidores no se preocupan por limitar sus consumos en determinados aspectos como el uso de energía en electricidad y para uso automovilístico. Cierto, para efectos de la industria petroquímica la disminución de productos crearía un problema al consumismo que hemos desarrollado en plásticos y alimentos, por ejemplo; pero con una buena campaña informativa podría lograrse dos efectos: uno, reducir sistemáticamente el gasto compulsivo; es decir, no gastar por gastar, sino racionalizar nuestras compras, obligando así a racionalizar también la producción industrial, y dos, buscar compensaciones a los productores de petróleo para no crear el alza injustificable de los precios en cadena. Cierto, no debemos acabarnos el petróleo antes de encontrar los sustitutos necesarios; pero cierto también que nadie sabe a ciencia cierta para cuántos años hay petróleo en las profundidades de mar y tierra, y así lograr un programa de producción de acuerdo a un consumo racional y regulado a nivel mundial. Recordemos que todo exceso es malo, y la súper libertad que se le concede a los países productores, es lo que están creando y fortaleciendo el caos económico en el que nos encontramos.
Y claro, si además le añadimos a esto, los problemas artificiales que se forman por aumento de tasas de interés a las hipotecas, pues los deudores dejan de pagar, y los compradores se reducen ocasionando la parálisis de la construcción y el desplome de los precios. Todo, créase o no por efectos de políticas económicas pervertidas por exceso del súper liberalismo económico.
Bien, pues algo así, es lo que requiere el ejercicio de la política para corregir el rumbo que ha tomado por dividirse en supuestas ideologías que lejos de ser antagónicas son complementarias. Socialismo, con exceso, se convierte en comunismo peligroso; y capitalismo con libertad cargada hacia la conservación de capitales en unas cuantas manos, sin control del Estado, que es lo que estamos padeciendo. Entonces, ¿hasta cuándo entenderán esto quienes se rasgan las vestiduras para no darle al mundo una lógica económica que se aleje de intereses personales o de grupos? Hasta que anticipemos el fin del mundo, para crear otro diferente que no ponga en juego la capacidad de decidir entre el bien y el mal; como se le ocurrió al hacedor de todo incluyendo la maldad, sin que nadie sepa quién le indujo ha pensar en semejante división entre el bien y el mal, al principio de la creación.
En fin, el caso es que en todas partes se cuecen habas, sólo que en México hemos esperado mucho tiempo para ponerle fin a la política perversa que practican nuestros políticos por ser esclavos de sus partidos que sólo buscan el poder sin preocuparse siquiera por los intereses nacionales.
FIN
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